domingo, 9 de noviembre de 2008

El pUnto G de la Escritura


Al querer ser ¡No!, ese no es el verbo correcto... Al desear ser... ¡tampoco!. Volveré a comenzar.

Cuando alguien desea pretender querer ser escritor(a), el primer impulso siempre es escribir, y escribir sobre aquello que lleno de grumos y sin procesar escupe la mente. Así los primeros intentos por expiar los pecados de un alma ya sea solitaria, amargada o simplemente acomplejada, casi siempre resultan rayas en una cartulina, como cuando los niños toman una crayola y hacen dibujos-rayas en una hoja en blanco, pensando que están representando un objeto,  a su mamá o a su papá. 
El oficio del escritor, el cual no conozco pero todos los días me recuerda que una escritora que no escribe suena bien sólo en canciones, requiere, más que todo, menos que nada y sobre todo, tener buenas decisiones.
Decisiones no fáciles, decisiones no de ideas (cuyo enaltecimiento es obsoleto) sino de palabras. 
Elegir la palabra exacta es la tarea del escritor, saber que el poder de un verbo sobre otro marca la diferencia entre la raya-mamá y la raya-papá.  
Eso, al menos, me ha enseñado el desear pretender ser alguien que se basa en las palabras para estar menos frustrada con la imposibilidad de expresar el pensamiento. 

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